Baldías / Laura Rossi

“El baldío está ahí: un hueco en el espacio en el que antes ni siquiera reparábamos. No hay ni árboles, ni restos de construcciones abandonadas: sólo pasto y cielo. Su horizonte no es una línea sino los fondos de las casas que tienen el frente en la otra calle. En una época, algunos apilaban basura allí. Luego, los de la cuadra se quejaron y la municipalidad puso un cartel que lo prohibía. Siguieron tirando basura, pero menos. Y ahora están arrojando cuerpos”.
Alrededor de esos cuerpos de mujeres que aparecen calcinados, se anclan las voces que construyen esta novela: dan cuenta de la indiferencia de una sociedad que, al naturalizar el maltrato y la violencia, se convierte en terreno fértil para la impunidad de los femicidas.